Se cambian los
peritajes en tránsito
de La Paz
El que pega
paga, era la máxima que distinguía al comandante conocido como ‘el cachetón’
Carrillo en los años 60’s y 70’s. No había mucho que averiguar: si pega paga,
ya que el golpeador tiene toda la visión para frenar o dar.
Mucha gente se siente con
derechos para dañar, sobre todo cuando ven a su contrincante de menor
categoría. Una persona que conduce un vehículo de modelo reciente cree tener
derechos para pisotear a los de los conductores que manejan un carro
destartalado (como le llaman en forma despectiva a los vehículos con más de 20
años de fabricación)
Una persona soberbia, con el
Ego hasta el cielo, y que se sienta con un poquito de poder, comete crímenes de
odio (muy penados hoy día) con la única finalidad de mostrar su superioridad o
vengar su Ego que cree lastimado, como es el caso que a continuación nos ocupa:
El día 10 de julio de 2009,
alrededor de las 4 de la tarde, con el sol a todo lo que daba y un calor
agobiante que rayaba en los 40 grados centígrados, Cristian Núñez manejaba a
toda dar un picapcito modelo 87, color blanco sin lavar, a su lado la novia con
pocos meses de embarazo, cuando de pronto, al intentar cruzar la calle Nayarit,
en los cuatro altos, sobre la ruta que llevaba en la calzada Agustín Olachea
Avilés, (antes Las Garzas) un picapsón rojo, de modelo reciente, conducido por
la jovencita Gisel Talía Magdaleno, aire acondicionado, estéreo con música de
moda, celular al oído, vidrios semipolarizados para que no le lastime la vista
el sol, le impactó al lado del conductor, mismo que perdió el control,
trompicando el picapcito sobre la guarnición y la banqueta para, la misma
banqueta, regresarlo al carril de circulación donde el picapsón, por su alta
velocidad, le volvió a pegar, pero ahora por el otro lado.
La lógica nos dice que la
chamaca aceleró el picapsón, por instinto, para demostrar su superioridad. El
método de inferencias nos demuestra que la plebe intentó matarlo en un arranque
neurótico, pues metió el acelerador hasta el fondo para saciar su odio hacia
los que menos tienen. La intensa velocidad que agarró al salir del alto hasta
el lugar del impacto (20 metros) debió rebasar los 50 kilómetros por hora, ya
que la trayectoria que siguió el picapcito impactado fue de más de 20 metros,
distancia que se acortó por el trompicón sobre la guarnición y el rebote de la
banqueta (de lo contrario lo hubiera aventado más lejos), donde le dio el otro
golpe, como ya se dijo, pero ahora por el lado del acompañante, a quien por el
susto le volvió de alto riesgo el embarazo.
Para cuando llegó el perito de
tránsito municipal, Cristian todavía recordaba que apenas alcanzó a sacarle un
tanto a la enorme mole roja, virando el volante hacia su derecha, todo ello
para evitar el golpe y proteger a su novia embarazada. Él se conducía sobre el
carril del medio (de tres) para luego recibir el impacto en el carril pegado a
la guarnición. La conductora del picapsón tuvo la oportunidad de frenar pero no
quiso hacerlo, pues su conducta psicópata la obligó a saciar su odio sobre los
que ella cree de menor categoría social.
-- Esta pinche vieja venía muy
recio — pensó en voz alta Cristian
Luego de entrevistarse con los
conductores, el perito oficial en turno Cruz
Guadalupe Salvatierra Camacho, concluyó que la chamaca del lobo colorado
era la responsable. Así lo hizo saber a los fotoreporteros que llegaron al
lugar. Así dice el boletín de prensa. Los testigos vieron que el peritaje
estaba de acuerdo con la verdad y por ello no manifestaron queja alguna. La
evidencia así lo demostraba. No había nada que alegar, sin embargo días después
todo lo cambió por un dinero que le dio el dueño de la grúas Magdaleno;
construyó un oficio que le hizo llegar a su jefe ahora dice que el responsable
es Cristian. Todo esto, se repite, porque recibió un dinero del dueño de Grúas
Magdaleno; negociación de arrastre que presta sus servicios al departamento de
tránsito y, como se sabe, algunos MP especializados en hechos de tránsito
reciben propinas por enjuagues legaloides (Al entrevistarnos con el perito dijo
que se había equivocado al transcribir el parte, pero que ante el mp rectificó
el error, lo cual parecía cierto)
Al otro día del accidente los
periódicos publicaron las fotos del choque y en el pie de las mismas se leía
que la chamaca del lobo era la responsable. También las notas periodísticas así
lo demuestran. Nadie pegó de grito. Los testigos que leyeron la prensa vieron
que decían la verdad.
En las oficinas de peritajes,
Cruz Guadalupe, seguramente, una vez que supo que la Gisel Talía era hija del
gruero, o por las amenazas de éste, convenció a los conductores para que los
dos absorbieran sus daños y asunto arreglado.
-- Bueno -- expresó la hija
del Magdaleno quien sabía perfectamente que ella tenía la culpa.
Testigos en el departamento de
tránsito dicen que llegó el dueño del mundo, el tal Magdaleno, echando espuma
por la boca cual vil perro rabioso retando a los que estaban en contra de su
hija, incluso amenazó con golpearlos si no hacían responsable al carro
impactado. También retó a golpes a un familiar de Cristian, de oficio regidor
del PT
El asunto se ventiló el
viernes 10. Para el lunes 13 las cosas cambiaron. En peritaje amañado Cristian
fue acusado de ser el responsable y conminado a pagar 60 mil pesos por los
daños que la chamaca le ocasionó a su F-250 del año. Claro que esto fue
producto de un ardid de algún abogado maquiavélico y que fue urdido con los más
oscuros procedimientos legales para terminar de dañar al que menos tiene.
Utilizaron a un perito de la procuraduría de justicia del estado de nombre
Gilberto Coronado quien con un billete cargó los dados a favor de la defendida
por el abogado del diablo.
La chamaca comete crimen de
odio pues en los momentos de iniciar su loca carrera para demostrar su poder,
culminó la violenta arremetida chocando su picapsón con todas las ventajas que
ello le proporcionó, como ya se dijo, por el desprecio que siente por los
jodidos. El abogado asesor también comete crimen de odio por lo cruel de su
proceder ya que él se siente protegido por las chuecuras que dice el gruero que
cometen dentro del departamento de tránsito y por la impunidad que la chamaca
dice tener por el alto cargo que ostentaba Lenin Rodríguez al frente de grupos
de policías narcoprotectores. En ese sentido el abogado siente que el imperio
de la ley lo tiene de su lado, y por ello actúa protegiendo a la asesina en
potencia para cambiar la verdad histórica de los hechos.
El mismo abogado ‘influyó’ en
el MP adscrito al departamento de tránsito ya que sacó del corralón el picapson
rojo y refundió al picapcito de Cristian que, por no tener quien lo defendiera,
a sus 18 años, empezó a sufrir las bajezas de quienes tuercen la ley.
Los conocedores en la materia
de crímenes de odio aseguran que las víctimas ocupan ayuda médica, y ayuda en
contra de dificultades emocionales que surgen a raíz de este tipo de crímenes.
Los perjudicados optan por guardar silencio porque empiezan a sufrir de miedo,
degradación y sienten que no tienen quien los defienda.
En el DF, hace años, se agregó
al Código Penal la reforma al artículo 128 que dice que los crímenes de odio
son conductas lacerantes, que representan un obstáculo para el acceso efectivo
a las oportunidades de desarrollo del pleno ejercicio de la ciudadanía.
La reforma en cuestión califica como una
regla más para el homicidio o las lesiones, cuando existe saña por parte del
infractor, y éste actúa con crueldad o motivos de odio, (como es el caso que
nos ocupa) entendiéndose éste último como el delito cometido por la condición
social o económica.
Pasados dos años, el joven fue encarcelado
por no poder pagar el daño que la iracunda, hija del matón en potencia, le
ocasionó a su picapson color rojo.
La Constitución dice que quien
se percate que se va a cometer un crimen o que se cometió y no actúa conforme a
derecho, se vuelve cómplice del criminal. Por ello, cualquier ciudadano puede
presentar denuncia penal por el crimen de odio cometido por estos poderosos y
que además demostraron su impunidad y complicidad con el mp adscrito al
departamento de Tránsito municipal al aprovechar el nombre del secretario de
seguridad pública del estado, violando con ello el código penal para BCS, por
el delito de tráfico de influencias.
En aquella ocasión no pudimos elevar nuestra
voz ante el gobernador, la presidenta municipal, el procurador y el director de
seguridad y tránsito municipal, (porque no contábamos con la autorización de
los padres del jovencito, ni contamos hoy día, pero mi deber como padrino de
bautizo de este jovencito me obliga, una vez que me enteré, porque me lo
ocultaron, que había sido encarcelado) para que pusieran orden entre sus
subalternos, que al final del día, fueron los que torcieron la ley y la
justicia por 30 dracmas.
El periódico El
Sudcaliforniano, en su edición 13,811 de fecha 12 de julio de 2009 publicó la
verdad de los hechos: Que el picap rojo F-250 era el responsable.
Lo mismo sucedió en el periódico El Peninsular número 6670, de fecha 11
de julio de 2009, página 16, en nota periodística firmada por Víctor Martha,
donde se señala, por información proporcionada por el perito que levantó el
croquis, que la responsable era la conductora del picapson rojo.
También, que sirva esta crónica para que los diputados locales eleven a
rango constitucional el crimen de odio, haciendo las reformas suficientes y
necesarias al Código Penal para el Estado de Baja California Sur, y de esa
forma estar a la par con sus homólogos del Congreso de la Ciudad de México.